Rock que viene, rock que va
Los Buitres están preparando materiales para su próximo disco pero a la vez se concentran -- de acuerdo con las posibilidades de un estrecho circuito rockero-- para tocar en vivo, entre otras, las canciones de su último disco Deliciosas criaturas perfumadas.
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Los Buitres son lo que son: rock |
Por Carlos Cipriani López Fotos Luis Alonso
Su sonido es la electricidad pura del rock. La voz al centro quemando energía, a su izquierda el bajo volando los pelos de la platea y el más allá, a su derecha la guitarra chillando y atrás la batería eufórica. Puro rock, primitivo o arcaico, de cuatro acordes, como los propios componentes del grupo aceptan que se diga. Una música filosa y potente hasta la distorsión, que se oye con los oídos pero que pega duramente en todo el cuerpo. Son los Buitres Después de la Una, o Buitres a secas, como se los conoce y nombra a menudo. Vienen tocando en vivo desde el '89 y ya han grabado cuatro discos, todos en esta década de los noventa. El primero lleva por título sólo el nombre de la banda. El segundo se llama La Bruja; el tercero es Maraviya y el último Deliciosas criaturas perfumadas.
Desde siempre, según dice el guitarrista Gustavo Parodi, "lo más importante para la banda es tocar, porque una banda que no toca no es una banda". Hablando con calma, el pandense agrega saber muy bien que hay gente que no los respeta pero en contrapartida se muestra muy satisfecho por estar en un grupo que sigue generando proyectos y sumando público que sí respeta mucho la música de Buitres, a veces incluso hasta el fanatismo.
CRIATURAS PERFUMADAS
En relación al último disco editado por el cuarteto, hay críticos que observaron una mayor presencia del sonido de los noventa contra el habitual tributo a los cincuenta registrado en producciones anteriores. Dentro de la banda sin embargo, la idea es distinta. El bajista José Pepe Rambao expresa que en realidad todos los discos de Buitres contienen temas con sonido de los noventa, o por lo menos con la idea de alcanzarlo, aunque tal cuestión luzca más obvia en el último CD ya que la grabación se efectuó en Argentina, sin la tecnología del primer mundo pero con muchas armas de mayor calibre que las usadas por ellos en Uruguay. Para Buitres, en síntesis de Rambao, no hay un disco más íntimo o más comercial que otro. Su música jamás es pretensiosa en el sentido de aspirar a volcarse hacia un lado o hacia otro. Los Buitres hacen rock en el ojo del huracán, para que se los escuche o se los deje. "Desde que tenía 18 años --dice Parodi-- estoy tocando lo que toco. No es posible hablar de un quiebre en la evolución de los Buitres. Sus discos son de canciones para tocar, esos roncanroles bien fáciles que toda la vida nos gustó hacer, que se pueden grabar y después tocar sin problemas en vivo, en un escenario. Eso es lo más importante. No nos gusta hacer música más elaborada, nos gusta hacer lo que hacemos. A veces hay gente que nos pregunta si el próximo disco va a ser más elaborado y en ese sentido es que no podemos hablar de evolución, aunque sí, de pronto haya cambios. Yo diría por ejemplo que La Bruja fue un disco más elaborado que el último, que arranca y termina de una pasada. ¿Hay evolución o no hay? Creo simplemente que en cada disco plasmamos lo que nos gusta y tenemos ganas de hacer".
Los Buitres son lo que son pero aceptan influencias. Cada integrante tiene sus preferencias y a la vez todos coinciden en Beatles, los primeros Stones, Elvis o Ramones. Pero más allá de estos nombres y su aparición directa o implícita dentro de la obra propia, los Buitres también han homenajeado las raíces criollas. Al igual que los míticos Estómagos hicieron con "Cambalache", los Buitres se meten con el clásico tema de Eustaquio Sosa "Del Cardal", primero en los recitales, durante un año y medio, y después en Deliciosas criaturas perfumadas.
"En todo esto --dice Rambao-- no hay una intención de cambiar el sentido original del tema; no hay grandes procesos, sale natural. En el caso del tema "Del Cardal" nos llamó la atención la fuerza de relato épico".
VAIVENES DE MERCADO
Antes de 1993 los Buitres ya habían promovido valiosas conquistas. Tenían por ejemplo en la calle dos álbumes, el segundo de ellos grabado en Argentina. Precedieron a The cult en Montevideo Rock III ('91) y actuaron junto al grupo Mano Negra ('92). No obstante, fue desde el '93 que se expandió su radio de acción hasta ser vistos por 40 mil personas en Uruguay, desde el Teatro de Verano --donde convocaron a 5 mil espectadores-- hasta Aguas Dulces o Tacuarembó. En esta misma fecha además, los discos antes registrados en vinilo pasaron a un CD doble que pronto mereció el oro, editándose asimismo Maraviya, otro título que alcanzó el oro y hoy se encamina seguramente hacia el platino. Para esta época de mayor despliegue de la banda, que se extiende a un año '94 de agenda aún más intensa en materia de conciertos, los Buitres montaron una infraestructura propia que les acarreó pesados créditos pero que al final los colocó en el nivel espectacular deseado. "Ya no queríamos vernos en los problemas de siempre --dice Rambao-- y por eso nos compramos los equipos. Queríamos sonar de la misma manera en todos lados. Para eso tuvimos que estar dos años sin ver un peso de las actuaciones. Todo iba para pagar los equipos. Antes del '93, los Buitres éramos cuatro tipos que íbamos en una camioneta chiquita cargando un equipito de bajo y otro de guitarra. De ahí pasamos a un camión y ese cambio general, cuantitativo, de equipo, pero también de gente, de técnicos, en realidad nos distorsionó la vida anterior. Fue un sacrificio, pero nos permitió dedicarnos más a tocar algo fundamental porque en ese momento duplicamos las actuaciones y también el público. Es claro que resulta bravo mantener ese nivel de funcionamiento. No tenemos una oficina ni tenemos todo. No podemos tampoco trabajar gratis para el grupo ni dejar nuestros empleos".
"Las cosas acá --agrega Parodi-- suben y bajan, van y vienen. En Pando por ejemplo, mi ciudad, de cuatro o cinco boliches que llevaban grupos a tocar, queda uno solo. En el resto del interior y también en Montevideo el año pasado se dio algo parecido; quedó un circuito básico. Y bueno, todo eso se siente. Por ahí en el '97 la cosa cambia otra vez y explota todo. Nosotros estamos preparados y no nos podemos quejar. Tenemos un disco en la calle, estamos trabajando en el próximo y cuando se puede tocar, la banda está ahí, funciona".
Junto a las fluctuaciones del mercado, la vida de los Buitres conserva una peculiar forma de nutrición. Gabriel Peluffo (voz) es médico y las guardias o los congresos lo mantienen en alerta roja casi continua. Gustavo Parodi (apicultor) vive en Pando y debe trabajar bastantes más horas diarias que en su época veinteañera. El baterista Marcelo Lasso (mecánico), vive en las lomas de un balneario canario y José Rambao --maletín en mano-- oficia de notario por las calles montevideanas. ¿Cuándo se ven y cuánto tiempo ensayan es una pregunta inevitable? La contesta Parodi: "Nos gustaría ensayar más tiempo, pero no podemos. Cuando vamos a grabar un disco y estamos diez días juntos pasamos muy bien. Somos los tipos más felices del mundo. Pero no sé qué sucedería si estuviéramos veinte días juntos, capaz que terminaríamos muy peleados. Cada vez que se viene una actuación grande, la cosa realmente se complica. Hay que encontrarse a las nueve de la noche pensando que al otro día hay que levantarse a las siete de la mañana para ir a trabajar. Cuando nos vemos así, además, se nos va una hora hablando. A veces pienso en cuánto provecho podríamos sacarle ahora al tiempo que teníamos a los 20 años, cuando nos pasábamos las tardes juntos. Pero hay que adaptarse; si se viene una actuación muy pesada, le buscamos el recoco para ensayar dos noches a la semana. Exprimimos el tiempo y por otro lado es cierto que, bueno, nos miramos y más o menos sabemos lo que tenemos que hacer".
"Parodi habla de la época de los Estómagos --agrega Rambao--, pero yo recuerdo que al principio de Buitres teníamos también más tiempo y oportunidades de trabajar en conjunto, de sacar temas. Ahora hemos buscado formas alternativas; cada uno intenta llevar al ensayo las ideas bien armadas".
BUITRES CON ESTOMAGO
En la experiencia de Los Estómagos en 1988, por ejemplo en Montevideo Rock II, Rambao suplantó a Fabián Hernández y desde entonces, aunque él prefiera modestamente otra biografía, no podrá ya zafar de aquellas páginas de la historia. Los demás integrantes de Buitres por su parte, fueron de cabo a rabo Estómagos, amparando así a que un cronista tras otro --dos por tres--pregunte acerca de posibles fantasmas.
"Una cosa es estar fuera del grupo y otra es estar dentro --dice Parodi--. Siendo parte del aparato puede ser difícil darse cuenta de algunos cambios. Los Estómagos se terminaron y nunca nos dimos cuenta, seguimos en lo mismo, haciendo música. Eso hablamos muchas veces con Gabriel: pasamos a ser Buitres pero en el fondo éramos Estómagos porque somos los mismos tipos. La diferencia está por el lado de que Los Estómagos eran algo más experimental, no estábamos muy seguros. El primer disco no lo haría pero en cambio el tercero creo que fue lo más convincente de Estómagos en una época que nos tiraban mucho palo desde afuera. Con Buitres, desde el primer disco, yo me siento mucho mejor porque estoy seguro de lo que estamos haciendo. Es el resultado de un montón de vueltas de los integrantes. Espero que nunca pase con Los Buitres lo que pasó con Los Estómagos: que el día que no existan más se vuelvan un mito. Ojalá que las cosas se vivan en su momento".
Fue a mediados del año '95 que en simultánea con el interés de tocar en Montevideo y el Interior, los Buitres se propusieron actuar en Buenos Aires, desde abajo, aceptando el desgaste que provoca bajar del barco con las guitarras al hombro y dormir en hoteles sin baño privado. Para este '96, los sueños de tocar continúan pero los planes son cautelosos. Los Buitres no quieren subir a escena simplemente para cumplir compromisos.